En “Diario de la Guerra del
Cerdo” el escritor argentino Adolfo Bioy Casares narra
los últimos días de la vida de Isidro Vidal, un jubilado que descubre el plan
de exterminio que los jóvenes pretender iniciar con el fin de acabar con los
ancianos. Escalofriante ficción que en boca deChristine Lagarde ha
cobrado significancia esta semana cuando sin tapujo alguno la presidenta del
FMI sostuvo que “Los ancianos viven demasiado y eso es un riesgo para
la economía global”, sentencia que remató con un conminatorio “Hay
que hacer algo ya”.
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La reciente
presentación por diputados de RN y UDI, de un proyecto de Ley que permita
hipotecar los bienes raíces de los jubilados cuyas pensiones son insuficientes
para vivir, revela toda la impudicia que nuestra clase política ha alcanzado.
Sin ninguna vergüenza de exhibir su insaciable apetito de lucro, el
proyecto articula perversamente una fórmula para apropiarse de los últimos
bienes que los pobres y sectores medios han logrado acumular con el esfuerzo y
sacrificio de toda su vida, los únicos que además pueden heredar a sus
hijos. Primero los dejan sin jubilación mediante el expediente de sustraerle
sus ahorros forzados vía AFP, ahora van por la última presa: sus viviendas.
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Muy lejos de ser un secreto se
encuentra el hecho de que en nuestro país existe un pésimo resultado del
sistema de capitalización individual para otorgar pensiones. Las empresas
privadas de giro único y con fines de lucro creadas bajo los criterios del
Decreto de Ley 3.500 de José Piñera, comúnmente llamadas AFP, han sido las que
mayormente se han favorecido a lo largo de más de tres décadas que lleva en
funcionamiento el sistema.
Más de 3,75 billones de pesos han
obtenido como ganancia de este lucrativo negocio, de ingreso obligatorio
mediante el descuento a quienes trabajan. Mientras tanto, 9 de cada diez
personas jubiladas recibe menos de 150 mil pesos como pensión en la modalidad
de vejez retiro programado.
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El parlamentario (Rivas) recalcó que “jamás perjudicaría a los adultos mayores
ni a nadie que sea víctima del neoliberalismo desatado que, desde la dictadura
militar y durante todos los gobiernos que le siguieron de la Concertación y la
Alianza, oprime y estruja a los chilenos”.
Finalmente sostuvo que: “Cuando uno se equivoca, en especial en
política, debe admitirlo y aceptar con humildad las críticas y los costos que
la situación implica. Errar es de humanos, reconocer el error es de hombres”. (Con unas de este porte, hay que leer antes de firmar. Su voto no se anula, la votación se mantiene)
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